La doctora Carmen Moreno, psiquiatra del programa AMITEA, fue una de las ponentes de las IV Jornadas Autismo y Sanidad organizadas por la Federación Autismo Madrid y el programa AMI TEA del Hospital Gregorio Marañón con el apoyo del CERMI.

Presentada por Borja Fanjul, portavoz del PP en la Comisión de Políticas  de Discapacidad de la Asamblea de Madrid, la intervención de Carmen Moreno se centró en explicar las modificaciones que recoge el nuevo manual diagnóstico y estadístico DSM V con respecto al autismo.

La doctora Moreno comenzó aclarando que tanto el DSM (EEUU) como el CIE (Europa) son manuales para que las personas que se dedican al ámbito de  la salud mental consigan encontrar un lenguaje común. Por tanto el DSM no es un compendio médico de conocimiento o de saber, es un «mínimo común múltiplo, el mínimo que ponemos todos en común  pero todo los demás queda absolutamente fuera».

Pese a estar dirigido especialmente a la investigación, la doctora Moreno advirtió que  el DSM-5  es utilizado,  no sólo por médicos, psicólogos y terapeutas, también por  pedagogos, educadores o compañías de seguros y muchas veces «su uso no es estrictamente médico y se puede utilizar mal».

Evolución del Manual de diagnóstico y estadístico DSM

A partir del consenso de un grupo de expertos, este Manual recoge una serie de criterios diagnósticos  que definen y describen distintas enfermedades basándose en la experiencia clínica y comprobados mediante estudios de campo.

Desde la primera edición de este Manual, en 1952, los comportamientos asociados al autismo  estaban incluídos dentro de las reacciones esquizofrénicas y así se mantuvo hasta la publicación del DSM III, en 1980,  cuando se comenzó a hablar de autismo infantil y en 1987 en el DSM III R ya se recogió  el «trastorno autista».

En 1994 la publicación del DSM IV introdujo las categorías de «Asperger» y el «TGD no Especificado»- que supuso el reconocimiento de  diferentes niveles de inteligencia  en el marco del autismo. De esta forma podían quedar reflejadas  estas diferencias a la vez que se facilitaba la investigación de este tipo de trastornos.

En total el DSM IV recogía la siguientes diagnósticos: Trastorno desintegrativo de la infancia, Enfermedad de Rett, Trastorno generalizado del desarrollo no especificado, Síndrome de Asperger y Trastorno Autista.

Novedades del DSM-5

Carmen Moreno recordó que el manual DSM-5 está dirigido a la investigación aunque su uso se adapte  a la práctica clínica o a otros campos como el de los seguros.

Moreno destacó que en esta última revisión los expertos han pretendido que el diagnóstico se pueda adecuar a la evolución del trastorno durante toda la vida de la persona, por eso se reduce el número de diagnósticos y se engloban todos dentro de Trastornos del Espectro del Autismo «TEA». Se pretende así facilitar el diagnóstico, teniendo en cuenta la heterogeneidad de los subgrupos que recoge el DSM-5, y evitando que algunas características y comportamientos particulares  que permiten la descripción clínica se conviertan en conviertan en determinantes del diagnóstico. En este sentido la doctora Moreno puso como ejemplo características como el CI o el momento en el que se comienza a hablar.

El DSM-5 también reduce el número de dominios sintomáticos, de los tres que recogía el DSM IV,  a dos grupos:

  • Grupo 1: Comportamientos, intereses y actividades repetitivos y restringidos
  • Grupo 2: Alteraciones sociales combinadas con alteraciones en la comunicación.

Se elimina por tanto el retraso en la adquisición del lenguaje por considerarse poco específico y se incluyen en el  Grupo 1 las alteraciones sensoriales dentro del  diagnóstico.

Los trabajos que se han realizado aplicando estas modificaciones han reflejado un incremento del nueve por ciento en los falsos positivos, con respecto a la utilización los tres dominios sintomáticos que recoge el DSM IV  mientras que el porcentaje de falsos negativos se mantiene en los mismos niveles.

La última revisión del Manual de Diagnóstico recoge explícitamente que aquellas personas que estén diagnosticadas con trastorno autista, síndrome de Asperger o TGD no Especificado deben recibir el diagnóstico de TEA.  Y que aquellos individuos que presenten déficits importantes en la comunicación social pero que no cumplan el resto de criterios de TEA serán incluídos en otra categoría denominada «Trastorno de la Comunicación Social».

El DSM-5 otorga una especial importancia en el diagnóstico a los especificadores. Se deberá detallar por ejemplo la existencia de discapacidad intelectual (incluyendo la estimación de capacidad verbal y no verbal), Alteración en el lenguaje (no verbal, palabras sueltas, frases, lenguaje fluído y a parte lenguaje expresivo y comprensivo), Enfermedades ( médicas, genéticas o factores ambientales asociados), Asociación con otros trastornos (del neurodesarrollo, mentales o del comportamiento), CatatoniaGravedad (clasificando en tres niveles las dificultades en los dos grupos de dominios sintomáticos).

La consideración de la gravedad  como criterio diagnóstico y como especificador ha despertado cierta controversia. Carmen Moreno señaló que «los niveles de gravedad no tienen en cuenta áreas como los aspectos sensoriales y el nivel mínimo de gravedad (el 1) es considerablemente más alto, implica más discapacidad,  que el criterio  mínimo para el diagnóstico».

Según destacó la psiquiatra, «la idea de esto es que la gravedad sea temporal para poder monitorizar lo que la persona necesita en cada momento» pero, según la doctora Moreno, «también sabemos el nivel de variabilidad que tienen las personas con autismo que es un poquito pero que tampoco es comparable con la de otros trastornos psiquiátricos».

Con respecto a las especulaciones sobre la posibilidad de que el DSM-5 implique una pérdida de diagnósticos de autismo la doctora Moreno se mostró tranquila y aseguró que los estudios previos que se han realizado no recogen modificaciones importantes en este sentido.

Carmen Moreno finalizó su ponencia apostando por»reflexionar sobre una forma sensata de organizar los diagnósticos de ahora en adelante» y reiteró sus dudas sobre si un diagnóstico debe corresponderse con el acceso a un determinado servicio y aseguró que «eso no va a beneficiar a nadie». «Hay que estudiar cada caso particular y será un avance fundamental que el entorno médico pueda realizar un refrendo de los diagnósticos que hasta ahora han venido haciendo educación o servicios sociales, una ventaja que tenemos que seguir haciendo».

Aquí os dejamos el vídeo con la intervención completa de Carmen Moreno.

Para descargar el DSM-5 en español pincha aquí 

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