NÚMEROS MUY RACIONALES

Autor: Gabriel del Molino

Quince, veintidós, doce, veintisiete, once, catorce, ocho, treinta y uno… y así toda la tarde.

Los billetes de lotería nacional van pasando por su mano a gran velocidad, a la vez que suma mentalmente los cinco dígitos de cada uno y lo canta en voz alta. Los ordena por fecha de sorteo, luego por orden numérico, luego por la suma de los dígitos y en algunas ocasiones apunta los números en una hoja y luego los suma, saca la media y separa los que están por encima de la media y los que no.

Son más de trescientos boletos y lleva así todo el verano. Desde que acudió a la casa de verano y los descubrió en un armario. Llevaban allí por lo menos veinte años, yo los debí ir guardando de los que iba comprando mi padre. Tenía un bar y los vendía. Solía quedarse al menos un décimo de cada sorteo semanal. Nunca le tocó nada, algún reintegro.

-¿Sabes papá que si hubiesen tocado todos esos premios habría ganado más de setenta mil millones de pesetas?, ¿y sabes que eso son más de cuatrocientos veinte millones de euros?, ¿cuantas cosas se pueden hacer con ese dinero?

-Muchas Lorenzo, muchas. – Le digo mientras me afeito.

-Hoy haré montones por los colores del boleto y sumaré los números. ¿qué color piensas que ganará?

-Uhmmm no sé, pero apuesto por el verde, mi color favorito.

-Esta noche te lo digo.

Y salgo hacia el trabajo. Ahora, en verano, tengo media hora más de trayecto. Los dejo en la casa de verano, con mis padres que no están para muchos trotes, pero Lorenzo apenas les da mal. No se relaciona con casi nadie que no sean ellos, pero es feliz, muy feliz.

Al principio la gente pensaba que todo lo que le pasaba a Lorenzo era debido a la muerte de su madre, pero no es así. A mi me costó darme cuenta, luego asumirlo, y también empezar a contarlo a la familia y amigos. Ahora venero cada momento que paso con él.

Me llama al móvil cuando voy camino del trabajo. Pongo el manos libres:

-Papá, de momento ganan los azules por más de diez mil puntos, y luego están los rojos. Me parece que los verdes no van a ganar, aunque me quedan más de la mitad por contar.

-Muy bien, Lorenzo. Me lo contarás esta noche, ahora estoy llegando al trabajo. Pórtate bien.

Por la noche me cuenta con todo lujo de detalles que han ganado los azules, seguidos de los verdes. Que a última hora salieron un montón de ese color y con numeración alta. Y mientras me cuenta eso y las otras “competiciones” que ha hecho, me voy quedando dormido. Ha sido un día agotador. Me despierto y lo tengo al lado, con una baraja, haciendo montones…

Aún no le he dicho que mañana es el aniversario de la muerte de su madre, y que los abuelos han querido hacerle una misa. Se lo diré cuando me levante, me he pedido un día libre en el trabajo para pasarlo con él y prepararle.

-¿Sabes qué día es hoy, Lorenzo?. Le digo mientras desayuna sus cereales, colocados en fila y comiéndoselos siempre en parejas.

-Si, claro, es viernes.

-Me refiero a que si sabes que se conmemora hoy

Ahora ha bajado la vista, y cabecea afirmando.

-Iremos a la parroquia esta tarde, vendrán también los otros abuelos, pero si prefieres quedarte en casa jugando, me lo dices.

No dice nada, solo observa y piensa.

Por la tarde apenas juega, solo lo veo escribiendo en su cuaderno números y más números. Y pasando hojas.

Cuando me estoy preparando para salir, le pregunto si va a venir. Me dice que sí. Está ya vestido y peinado esperándome en el salón, con unas hojas en la mano.

-¿Vamos?, – le digo mientras le tiendo la mano. Aún le gusta que lo lleve de la mano a los sitios.

Pero esta vez no me la coge, me entrega una hoja:

1 año = 365 días = 8.760 horas = 525.600 minutos = 31.536.000 segundos

Todos ellos sin mamá, pero contigo.

Ha hecho una copia también para cada abuelo. Las abuelas lloran, los abuelos sonríen. Yo me siento el ser más feliz de la tierra. Y salimos juntos a la calle.

 

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