“MI PEQUEÑO TESORO SE HAYA ESCONDIDO…”

Autora: Pilar Robas

Érase una vez un niño que nació en pleno verano y fue a parar a casa de unos papás primerizos…Todo eran mimos, besos, juegos y risas sin parar. Cada momento era un acontecimiento que exprimían al máximo…No existía el tiempo.

Con su llegada, aquella casa se llenó de pronto de algo que jamás habían sentido, era un amor distinto. Ya todo giraba alrededor de aquel niño risueño.

Llegó la hora de que papá y mamá volvieran a sus rutinas y aquel niño empezó a ir a la escuela con otros niños. Aunque al principio costó acostumbrarse a esta nueva rutina todo fue muy bien hasta el año siguiente… A veces se quedaba embobado mirando la estela de luz que entraba por la ventana, no jugaba con los demás niños, se tiraba horas dando vueltas a las ruedas de pequeño cochecito y sus pocas palabras desaparecieron por arte de magia…De pronto parecía no oírnos ni vernos…

Entonces fue cuando para los papás comenzó su época más amarga, ¿dónde estaba aquel niño risueño? ¿Por qué se enfadaba tanto? ¿Por qué intentaba hacerse daño? ¿Qué habían hecho mal?… Consultas de médicos, consultas de especialistas, reuniones….hasta que de pronto apareció aquella palabra en sus vidas… AUTISMO. El desconocimiento de aquella enorme palabra hizo que los papás se asustaran y que por un tiempo aquel pequeño quedara escondido detrás de ella…

Comenzaron a leer, a hablar con otros papás, a conocer a otras gentes que también tenían esa enorme palabra en su casa…Hasta que de pronto un día esos papás se pusieron en pié, se asomaron por encima de ella. No era tan grande ni tan gris…

Aquel niño antes risueño seguía allí, al otro lado de la palabra…y es más, durante aquel tiempo el pequeño había estado observándoles y también aprendiendo a pasar entre las enormes letras.

De pronto aquellos papás se dieron cuenta de que también ellos podían pasar al otro lado, que las podían pintar de colores, de que las letras de aquella palabra a veces les servían de herramientas de apoyo para pasar al otro lado y estar con su pequeño…

Decidieron pintar aquella palabra de colores: A U T I S M O. Se veía distinta, ya no era tan extraña ni terrorífica…

Así que finalmente se acostumbraron tanto a ella que se olvidaron de que estaba allí…Volvían a estar con su pequeño risueño y todo volvió a ser mimos, besos, juegos y risas sin parar.

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