EXACTAMENTE IGUAL QUE TÚ

Autora: Mayte Sáez Martín

Si, lo sé, soy diferente… ¿pero a caso existe algo que sea igual en el mundo? Ni siquiera dos amaneceres son idénticos, y sin embargo, admiramos la belleza de ambos. O dos gotas de agua; no existen en la lluvia dos que sean iguales, pero forman parte de la lluvia igual.

Quizás no tenga muchos amigos, pero también existen personas en el mundo que no se rodean de mucha gente y no por ello son juzgadas. O tal vez, en la escuela pasee solo por el patio dando vueltas sobre mí alrededor. No es que me moleste tu compañía, es que a veces la soledad es de las pocas cosas que no me dan miedo y que me transmiten confianza. No por ello significa que no te quiera… exactamente, como decís los mayores “necesito mi espacio”.

Exactamente igual qué a vosotros, mamá y papá, que tantas veces os preguntáis si os quiero. Claro que os quiero, sois mis padres, todo hijo quiere a unos padres. Tal vez mi forma de demostrároslo no es como la de Carla, ella se rescuelga de ti mamá para darte besos y abrazos a todas horas y contigo papá comparte muchas de tus aficiones, pero yo también hago todo eso que Carla hace, de distinta manera, pero lo hago. A veces si lloro o emito sonidos “extraños” son mis formas de pediros ese abrazo que Carla os da cada mañana antes de entrar en la escuela. Papá, yo sé que te gusta el fútbol, que eres del Atlético de Madrid, que…pero que no aguante viendo 90 minutos de fútbol sentado en un sofá comiendo palomitas y dando voces como lo haces tú, no significa que yo no sea del Atleti exactamente igual que tú.

Como exactamente igual que tú, yo también tengo miedos y hay cosas que no me gustan hacer. Si me pongo furioso porque me echas agua en la cabeza, no lo hagas, a ti hay otras cosas que no te gustan y no por ello las hago y repito. Si me da miedo ir al dentista, ayúdame para que mis miedos sean mucho más débiles. No intentes comprender por qué me pasa, a veces, incluso ni yo mismo lo sé.

Exactamente igual que no existen dos animales que caminen igual, yo tampoco lo puedo hacer como tú. No por ello me juzgues, si todo el mundo hiciéramos las cosas igual no tendríamos nada por lo que destacar. Además, las cosas desde una perspectiva más alta se ven con otro color. Color que no tiene por qué ser ni blanco ni negro, pues en la vida también existen los grises, y yo quizás sea un tipo de persona de ese color, gris.

Mis aleteos, mis manías, ecolalias y todas aquellas palabras que les ponéis a los gestos que hago con mi cuerpo, no son más que una medida de tranquilidad. Si los hago, es porque me encuentro nervioso y eso me tranquiliza, como Carla cuando respira fuerte y cuenta hasta diez. Yo sé que no son “normales”, pero ¿de verdad existe algo que sea normal en este mundo?

No me juzgues por lo que hago, intenta conocerme, verás como en el fondo no somos tan distintos, ambos tenemos pies, manos, ojos…y un corazón. Corazón al que tantas veces lastiman con comentarios inapropiados, con palabras fuera de lugar, con gestos de rechazo, con miradas…con no saber ponerse en el lugar del otro, exactamente como nos pasa a nosotros, las personas con un trastorno del espectro autista. Pero no por ello, hago las cosas para hacerte daño.

Tal vez, no comprendas muchas veces lo que te pido o lo que espero de ti, pero yo a ti tampoco te entiendo. Quizás, si me facilitas con imágenes todo aquello que esperas que haga, que me pides o incluso que llegue a conseguir, podamos llegar a entendernos, a no tener como decís los mayores “problemas de comunicación”.

Cierra los ojos, tan solo unos segundos e intenta pensar en algo que sea perfecto, seguramente no lo encontraras porque no lo hay. La perfección querido amigo, no existe. Por eso no me pidas que yo también lo sea. Acéptame como soy, ayúdame a superarme cada día, intenta hacerme las cosas más fáciles, porque de esta manera el mundo será mucho más bonito, para ti, para ellos…pero sobre todo para mí.

Lo sé, soy diferente…pero soy exactamente igual que tú.

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