Y yo me  llamo Lucas

   Autor: Ignacio Bittini Martínez

Tengo un reloj en la cabeza que me marca las horas del día. Por la mañana una especie de descarga me sacude el cerebro y me hace abrir mis ojos curiosos que no se cerrarán hasta que toda mi actividad física y mental se agote como una pila dentro de un juguete. Duermo con mis dos hermanos, uno mayor, que se llama Pablo y otro menor, Nachito, y yo me llamo Lucas.

Jugaré con mis peluches hasta que mi madre venga a despertarnos. A veces el tiempo pasa tan despacio que me aburro en la cama y me tengo que levantar para poner en orden el resto de mis juguetes. Ahora estoy con una familia de animales de granja. Monto la granja y meto a cada uno de los animales en su sitio. No sé cómo se llaman pero en la pantalla del cuarto de estar donde siempre veo los dibujos he podido darme cuenta de que los animales con cuernos y los marrones con cuello largo y pelo en el trasero comen hierba en el prado, los de color rosa con el rabo torcido y los blancos con cresta roja en la cabeza van juntos y dentro de la granja. Mi hermano pequeño se acaba de levantar y quiere jugar conmigo pero a mi no me gusta que juegue conmigo porque él no sabe donde se ponen los animales y cuando coloca alguno fuera de su sitio me duele la cabeza y grito.

Por fin viene mi madre y nos sube las persianas, nos da un beso a cada uno aunque a mí me da mas besos y se me queda mirando esperando a que le diga algo. Yo no sé porque quiere que le responda o le dé un beso pero hasta que no le devuelvo un beso no me deja en paz. Nos sentamos a desayunar y yo no puedo parar de comer leche con cereales, me pongo el bol entero y mi madre me dice algo que siempre se me olvida y cuando me lo termino me tengo que ir a ver la granja de animales para comprobar que todos están en su sitio pero mi madre no me deja porque quiere que nos levantemos de la mesa todos a la vez. Yo no puedo esperar, mis piernas se mueven solas pero ella me hace sentar una y otra vez hasta que mis hermanos por fin terminan de desayunar y salgo corriendo a ver mis animales. Cuando llego siento algo extraño en la cabeza, no se el que es pero al mirarlos hay algo que no me cuadra, empiezo a gemir pero la extraña sensación no cesa de zumbar en mi cabeza y empiezo a gritar lo que hace crecer el dolor. Mi madre viene corriendo y empieza a hablar a mis hermanos. Mi hermano pequeño, Nachito saca del bolsillo el animal de color rosa con el rabo torcido y solo cuando lo coloco en su sitio el dolor desaparece.

Me pasaré toda la mañana jugando con mis animales hasta la hora de comer. Antes de que mi madre nos llame yo ya estoy sentado en la mesa porque el reloj de mi cabeza ya me ha avisado con tiempo. Hoy mi madre me ha preparado mi comida preferida. Son unos fideos con una salsa roja. Siempre intento comérmelos sin manchar nada porque si no mi madre no me deja repetir pero nunca lo consigo. Pero he aprendido a emitir un sonido con el que mi madre me rellena el plato y es parecido a algo así como “PORFAVOR”. Siempre acabo el primero aunque me coma dos platos y otra vez mis piernas se mueven solas hacia mi cuarto. Mi madre me dice algo pero casi no la oigo. Sin embargo oigo a mis animales, oigo los ruidos de la lavadora, del lavaplatos y todos los sonidos de dentro y de fuera de casa. Oigo los pájaros, oigo el coche de mi padre cuando llega a casa, se diferenciarlo del ruido de otros coches perfectamente pero no se porque ni me importa. Lo oigo todo pero solo atiendo a algunas cosas. También huelo los malos olores que me a provocan dolores de cabeza y nauseas. Siento el mas leve roce de mi piel con cualquier objeto y mas con otra piel y no se porque no me gusta ni que me toquen ni que me miren a los ojos. Me provoca dolor, mucho dolor.

Creo que tengo algo raro en los ojos porque a veces veo cosas que los demás no ven. Veo como todo se mueve de otra manera y los colores son muy intensos. Mis ojos son mi mayor problema porque lo que entra por ellos se queda en mi mente como una foto. A veces mi madre me lleva a casa de mis tíos y lo primero que se me viene a la cabeza es el juguete de madera que tienen escondido en el baúl del cuarto de los primos. Quiero tener el juguete en mis manos y chillo porque no lo veo, después de enseñarme los demás juguetes no me callo hasta que me dan el de madera, su tacto es muy distinto y mas agradable que los de plástico. Me acuerdo de todas las caras que han pasado enfrente de mi vida. Recuerdo todos y cada uno de los abrazos y besos que ellos me han dado pero no se porque les parece extraño que yo no abrace ni sonría ni les devuelva los besos porque no lo necesito.

No necesito demostrar a nadie ni a nadie que en mi mundo soy feliz solo con tener lo que tengo. No necesito ropa de marca, ni coches de lujo, ni esos papeles verdes que vuelven locos a todos. Me fijo y siento como los miran. No necesito NADA mas que el cariño que me dan, pero lo necesito todos los días y a la misma hora. No necesito demostrar lo feliz que soy cuando alguien se acerca y me trata con cariño. Pero una cosa es que no necesite demostrarlo y otra que no me guste. Me encanta y siento como una ola de paz me recorre el cuerpo pero no esperes que lo demuestre y no entiendo porque todo el mundo lo necesita. Cuando el amor es de verdad no hace falta demostrarlo y yo esto lo tengo muy claro, clarísimo, nítido, cristalino aunque a ti te cueste entenderlo.

Lo que si que no me gusta nada es que me miren como a un bicho raro. Me duelen las miradas intensas como cuchillos atravesándome la piel. No lo soporto. No se como expresarme para que no lo hagan. Y eso es lo que mas me duele.

Llega la hora de la cena, el olor a comida y el zumbido de mi cerebro así me lo dicen. Otra vez soy el primero en sentarme a la mesa. Mi madre me mira y sonríe. Mi padre siempre se sienta a mi lado. Me gusta mucho el olor tan singular que desprende, me gusta casi mas que la cena que me prepara mi madre, me relaja. Mis hermanos me dan un beso antes de sentarse a la mesa. Todos sonríen, no hace falta verles la cara, siento su felicidad en mi estómago vacío. Yo no estaré completamente feliz hasta que me termine toda la cena y repita mi bol con cereales. Solo entonces se me escapará una leve sonrisa en mi rostro y todos romperán en risas.

Después de obligarme a cepillarme los dientes, no me gusta que me metan nada en la boca pero mi hermano Pablo me ayuda con delicadeza y siempre acabo gruñendo antes de meterme con mis peluches en la cama. Mi madre nos da a todos un beso de buenas noches antes de apagar la luz. Mis hermanos se duermen en seguida, pero yo no podré dormirme hasta que pase mi padre en un rato y me dé el suyo. Tengo los ojos cerrados, no me muevo nada pero siento sus labios en mi cara y aunque yo no se lo demuestre para mi este es el mejor momento del día.

Ahora ya puedo dormir y soñar. Siempre sueño lo mismo. Sueño que estoy en la playa, con el sol acariciándome la cara como si me besara mi padre. Me gusta el agua, me encanta bañarme, me gusta sumergirme y flotar. Dentro del agua no oigo nada, me siento plácido y satisfecho como cuando me termino la comida de mi madre que huele tan bien. Me siento como en el cielo pero sin el como. A veces soy tan feliz que no se si estoy soñando o despierto. Yo vivo en el cielo.

Yo soy el cielo.

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