UN VIAJE AL CIELO

Autora: Mª José López Suanzes

 

Este relato gira en torno a mi hijo Edu y a su abuelo Pepo.

Edu fue diagnosticado de trastorno del espectro autista a los dos años de edad. Aunque las relaciones con el resto de la familia eran difíciles, desarrolló una unión muy especial con su abuelo Pepo. Por ello, fue extremadamente duro tenerle que explicar, primero la enfermedad grave de su abuelo (leucemia) y más tarde su fallecimiento.

Le contamos que su abuelo iba a estar siempre con nosotros, pero de otra manera, invisible a los ojos, cuidándonos desde el cielo.

  • ¿A qué cielo, mama?
  • Al cielo más allá de las nubes, Edu.

Desde entonces, Edu siempre ha buscado la manera de llegar al cielo y traerse de vuelta a su abuelo.

  • Podemos coger un avión, mama.
  • Edu, los aviones no llegan al cielo del abuelo Pepo que está más arriba de las nubes.

Y pasaron los años y Edu fue creciendo y con mucho trabajo mejorando, pero hay una rasgo que le caracteriza, como a muchos otros niños con autismo, la comprensión del lenguaje de forma literal y su memoria selectiva que en ocasiones puede ser enternecedor y en otras, una pesadilla.

En uno de nuestros viajes, hicimos la ruta mariana del norte de España. Y en cada iglesia nos parábamos y rezábamos una oración. Estando en el Santuario de Lourdes, Edu me preguntó:

  • Mamá, ¿por quién hay que rezar aquí?
  • Por todos nuestros seres queridos enfermos.

Edu se arrodilló, elevo sus ojos a la Virgen y le dijo: Virgencita, niñito Jesús, cura a mi abuelo Pepo que está en el cielo muy enfermo y me lo devuelves a Cartagena, para que cuando yo llegue me lo encuentre en mi casa. Gracias. Fin.

Aunque emocionada y con lágrimas en los ojos, pues el abuelo Pepo es mi padre, logré captar en video el momento porque sabía que a mi madre le emocionaría y así fue.

Este año hemos viajado a Cantabria y con la ilusión de darles experiencias inolvidables a nuestros hijos, les llevamos a Fuente De y subimos en el teleférico, que salva un desnivel de 750 metros y te sitúa a 1820 metros de altitud en aproximadamente 5 minutos. Estando montados, disfrutábamos viendo las caras de sorpresa y alegría de nuestros hijos y en un momento dado, alguien le comenta a Edu:

  • Chico, no te asustes porque vamos a subir más allá de las nubes, ¿ves cómo las dejamos abajo?

Y llego el momento de bajarnos y cuando estuvimos la familia reunida en la estación superior, preparándonos para iniciar la excursión, Edu se dirigió a nosotros y nos dijo lleno de alborozo:

  • Por fin, esta vez sí lo hemos conseguido. Ya estamos en el Cielo. Ahora iniciemos la búsqueda del abuelo Pepo para contarle que ya hemos encontrado la manera de bajar y visitarnos.
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